Por primera vez un varón gay y su hijo -víctimas de un contexto violento- fueron alojados en el CAM.
El alojamiento transitorio en el Centro de Atención a la Mujer “Irma Velázquez” es parte de un engranaje del sistema de acompañamiento para la salida de las violencias por razones de género. Fue creado pensando en mujeres que deben huir con sus criaturas para evitar que quien dijo amarlas, las mate.
En esta nota: otra situación, la misma violencia patriarcal.
Primer contacto con la Secre
J. llegó a la Secretaría por orientación de la escuela de su hijo.
“En principio para nosotros había sido una demanda espontánea, porque se presentó en la Secretaría y pidió hablar conmigo”, explica la Lic. Cecilia Turquet, Directora de Protección de Derechos. “Después nos enteramos que había sido una derivación de la escuela, con una previa orientación de la línea 0800-999-7272 (PARÁ) de asesoramiento por situaciones de violencias de género”, agrega.
Después nos enteramos que había sido una derivación de la escuela, con una previa orientación de la línea 0800-999-7272 (PARÁ) de asesoramiento por situaciones de violencias de género.”
Lic. Cecilia Turquet, Directora de Protección de Derechos
“J. nos contó que había tenido a su hijo con una compañera mujer. Cuando el niño nació, ella no estaba en condiciones de asumir su cuidado, entonces lo hizo él. Tiempo después conoció a quien se convertiría en su agresor. Inició un vínculo de pareja y él lo invitó a vivir a su casa. Allí J. y su hijo convivían con la madre y el hermano del agresor. En ese momento, J. empezó a vivir situaciones de violencia tanto psicológica como física del agresor hacia él y hacia la madre y el hermano”, detalla la Dra. Marcela Cipollino, abogada y coordinadora del CAM, quien nos aclara que todo lo que nos pueden contar sobre J. se basa en el relato que él mismo les hizo al ingresar al CAM.
El ingreso
“J. ingresó al CAM tras un pedido de intervención de la directora de Protección de Derechos. Ambas coincidimos en que no era una situación para ser alojado en el CAM por su condición de varón. Nunca nos había sucedido. Entonces comenzamos a gestionar posibilidades de ingreso con otros dispositivos como la Red de Hogares. Pero en todos teníamos el mismo problema: no alojaban a varones con sus hijos”, nos explica Cipollino.
Turquet suma una particularidad:
“Los varones en este sistema son potencialmente peligrosos y no pueden convivir con niños. En los hogares de varones entran solos, no ingresan con hijos. Los hijos ingresan con las mujeres. Entonces la propuesta de la Red de Hogares era que J. estuviera en un hogar y su hijo en otro, cosa imposible para el vínculo construido -su hijo le dice mamá a J.- y porque hay que sumar el diagnóstico de discapacidad del niño”.
Por esa razón, la Dirección del CAM con la Dirección de Protección de Derechos -después de reunirse con la Secretaría y evaluar pros y contras- consideraron asumir el desafío de alojarlo. Se planteó colectivamente la excepcionalidad con las mujeres que estaban alojadas y con los equipos técnicos que las asisten. Todas las personas dieron su consentimiento y se organizó la bienvenida.
El Juzgado de Familia N° 7 ordenó la medida perimetral al agresor y durante 8 días J. fue alojado en el CAM, hasta que él mismo decidió egresar de manera espontánea, sin dejar de agradecer y valorar la experiencia del acompañamiento efectivo que habían vivido él y su hijo.
Un desafío
La Lic. Turquet nos explica que al CAM habían ingresado compañeras lesbianas, compañeras bisexuales, chicas trans pero nunca había ingresado un varón gay, una masculinidad (ni siquiera una masculinidad trans).
“Para una víctima de violencia de género cualquier varón hegemónico la pone en peligro. Todas las mujeres mantenemos determinada actitud defensiva frente a cualquier tipo de masculinidad porque nos condiciona, nos oprime la experiencia patriarcal. Hay un condicionamiento al momento de hablar, al momento de compartir, al momento de repartir las tareas, al momento de todo lo que sucede en el cotidiano”, destaca.
Además, el caso de J. fue un desafío porque presentaba una situación de altísimo riesgo por razones de género con un hijo que tiene discapacidad.
La coordinadora del CAM resalta en relación a su estadía que “fue muy positiva para nuestro equipo. Los acompañamientos se hicieron del mismo modo que lo hacemos con cada persona que ingresa. Además trabajamos con las mujeres que estaban alojadas informándoles sobre quién ingresaría. La convivencia fue absolutamente armónica y J. nos manifestó que se sintió sumamente cómodo y cuidado en este espacio”.
La convivencia fue absolutamente armónica y J. nos manifestó que se sintió sumamente cómodo y cuidado en este espacio
Dra. Marcela Cipollino, abogada y coordinadora del CAM
Finalmente, J. decidió irse del CAM argumentando que los recibiría una hermana (nunca antes mencionada) que vivía en otro distrito. No volvió a escribir.
Siguiendo el protocolo correspondiente, la Dirección del refugio dio aviso a la escuela del hijo.
Días después, Betina Silva, trabajadora social del CAM, recibió un mensaje de la escuela, confirmando lo que sospechaban: él se había presentado y había manifestado que su niño volvería nuevamente a la escuela y que aparentemente habría vuelto con el agresor.
La articulación con la escuela por la situación de riesgo que vive el niño en un espacio violento es otro capítulo a seguir, de la mano del área de Protección de Derechos.
Cómo funciona el CAM
“El refugio funciona desde mucho antes de que existiera la Secretaría. La diferencia es que con el nacimiento de la misma en 2020, cambió los paradigmas con los que fue creado (igual que otros refugios) y pasó a formar parte de una estrategia de última instancia en el marco de la búsqueda de soluciones en situaciones de riesgo para mujeres y diversidades sexuales. Consideramos que si la mujer posee una red adecuada de personas que la pueda acompañar, podemos continuar el acompañamiento desde otros dispositivos de la Secretaría. Siempre estamos presentes y cuando no hay redes posibles -ni familiares ni amistades- y son situaciones de alto riesgo las alojamos”, relata Cipollino.
Siempre estamos presentes y cuando no hay redes posibles -ni familiares ni amistades- y son situaciones de alto riesgo las alojamos.”
Dra. Marcela Cipollino, abogada y coordinadora del CAM
En el CAM funciona un equipo de operadoras con guardias las 24 horas y un equipo técnico con dos abogadas (contando a la propia Cipollino), una trabajadora social y una psicóloga.
Las políticas públicas implementadas por la Secretaria son integrales, por eso el acompañamiento que brinda el CAM también lo es:
“Acompañamos desde el momento de la denuncia o del ingreso del llamado a la línea, con un trabajo de articulación con el Juzgado y la Defensoría hasta obtener la necesaria medida cautelar. Luego, una vez que se obtiene la medida, acompañamos el procedimiento hasta hacerla efectiva”.
Cipollino ejemplifica:
“Si es una exclusión, que implica que el agresor sea retirado del hogar y pueda/n reingresar la/s persona/s violentada/s, acompañamos y articulamos con la comisaría para hacerla efectiva. Y si es una situación crítica articulamos con el área de Casos Críticos.
También seguimos las órdenes judiciales de perimetrales con la comisaría para la notificación al agresor. Cuando la mujer egresa del refugio, si desea y solicita ser acompañada psicológicamente, buscamos el mejor lugar posible entre los Centros Conveniantes y sugerimos la asignación de lugar al centro más cercano a su domicilio para que continúe con un trabajo que integra reflexión, información y los beneficios sanadores de la grupalidad con una coordinación especializada”.
Si te sentiste identificada con el relato, podés escribir a [email protected] o [email protected]
Un Estado presente con políticas públicas con perspectiva de género, salva vidas.
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Diseño de Portada: Cristian Arrejin