El ataque al periodismo es brutal. Es especialmente en contra de las mujeres.
Por estos días estamos viendo la arremetida feroz contra Julia Mengolini, pero también están siendo atacadas Romina Manguel, María O’ Donnell.
Tres mujeres que no tienen que ver ideológicamente entre sí, que tienen pertenencias diferentes, pero que tienen en común ser mujeres.
Y en este punto quiero dejar en claro que la sororidad no es vaginal, no tiene que ver con expresar solidaridad por el hecho de ser mujer. No tengo absolutamente ninguna sororidad con Patricia Bullrich y tampoco con la jueza Arroyo Salgado, que mantiene detenida a la militante peronista Alexia Abaigar, atentando contra todas las formas y las normas constitucionales.
Lo de la querida Julia es la punta de un iceberg que muestra que hacen esto, lamentablemente, porque pueden: pueden atacar a las mujeres periodistas, pueden perseguirlas con un sistema judicial misógino, patriarcal, corrupto, profundamente corrupto y si no busquemos los datos de quienes fueron a Lago Escondido.
Recordemos el escándalo que se produjo cuando se difundió un audio de Cristina Fernández de Kirchner que le decía “pelotudo” a Oscar Parrilli, en el marco de una conversación privada que había sido filtrada a los medios por la justicia. ¿Y qué ocurrió entonces? Los Feinmann del mundo, las Débora Plager del mundo, las Cristina Pérez del mundo salieron a desgarrarse las vestiduras ¿Dónde están ahora; qué están diciendo hoy acerca de este vocabulario soez y violento del Presidente y de sus funcionarios? ¿Y de estas persecuciones a sus colegas?
El ataque es furioso y, además de utilizar un ejército de trolls pagos puesto al servicio de la persecución política, de la crueldad, de la violencia, de la exhibición de una profunda falta de respeto, también utilizan, para el mismo servicio, al sistema judicial.
Estamos viviendo una de las formas que ofrece la dictadura. Quiero decirlo con total claridad: estamos viviendo en una dictadura que ya no requiere de las armas, que ya no requiere de los tanques en la calle, que ya no requiere de aquello que vivimos algunas de nosotras en el ’76. Estamos viviendo un ataque a la Constitución, un profundo desprecio por el funcionamiento del Congreso, un ataque a la democracia.
Tenemos que espabilarnos. Tenemos que tener conciencia de que, en la violencia explícita hacia estas mujeres periodistas, hoy son ellas y mañana serán otras, lo que hay es un profundo ataque a los derechos humanos, esos mismos que en el 2015 Mauricio Macri se encargó de calificar de “curro”.
No se trata solo de defender a Julia, a María, a Romina: lo que debemos exigir en estos tiempos es la defensa incondicional de la democracia, definitivamente en peligro.
Diseño de Portada: Sabrina Suárez
