El 30 de diciembre del 2020, el Congreso de la Nación sancionó la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Con su promulgación -el 14 de enero de 2021- entró en vigencia en todo el país como la ley que regula la interrupción del embarazo y así Argentina se convirtió en el cuarto país de América Latina en legalizar el aborto (junto con Uruguay, Cuba, Guyana y Ciudad de México).
Finalmente el Estado, impulsado por la marea verde, reconocía el derecho a interrumpir el embarazo hasta la semana catorce inclusive del proceso gestacional sin la necesidad de dar explicaciones sobre la decisión.
¿Pero cuándo arranca esta historia?
Corría el año 1886 cuando en nuestro país se sancionó el primer Código Penal que preveía sanciones a todos los casos de aborto sin excepción alguna.
“Prohibir el aborto es penalizar la sexualidad libre”, diría muchísimos años después la filósofa feminista Judith Butler en una charla en la Universidad de Tres de Febrero.
20 años después y con la Primera Reforma del Código Penal se establecería la primera salvedad: los casos de tentativa de interrupción del embarazo no son punibles. Y 15 años más tarde, con la Segunda Reforma del Código Penal, se establecería el aborto “con causales”, es decir, si corre riesgo la vida o la salud de la mujer o si el embarazo es producto de una violación.
Con la fuerza del retorno a la democracia, en 1984 hicimos nuestra primera marcha por el Día Internacional de la Mujer.
Aquel iniciático 8M en los carteles rezaban “No queremos morir de aborto”. Porque claro que sucedía. Moríamos. En silencio, con vergüenza, con la mirada social que evitaba los lugares insalubres donde muchas de nosotras dejaban sus vidas.
Por esos años (1988) muchas compañeras se juntaron en la Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer (ATEM) y formaron la Comisión por el Derecho al Aborto. Apenas cuatro años después, en 1992, presentaron en Diputados el anteproyecto sobre Anticoncepción y Aborto. Nacía la consigna que hicimos retumbar en las calles: “anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
Poder decidir sobre nuestros cuerpos y no morir en el intento. Eran tiempos de defender lo obvio (como ahora).
La Comisión por el Derecho al Aborto decidió sumar a otras organizaciones y así nació la Coordinadora por el Derecho al Aborto, en 1999.
Años más tarde, en 2003 y durante el 18° Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, el taller “Asamblea por el derecho al aborto” estalló con compañeras que querían juntarse, discutir y saber más. En su libro “Mujeres que se encuentran”, Amanda Alma y Paula Lorenzo relatan que la asamblea multitudinaria que se realizó al finalizar los talleres de la primera jornada estableció un primer plan de lucha.
Como decía Silvia Federici, ese Encuentro fue la confirmación de que el fin de la violencia contra las mujeres debía llegar desde abajo y desde las propias mujeres. Dos años después nacía la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
De esos días tenemos las primera imágenes de pañuelos verdes en la marcha, aportados por Católicas por el Derecho a Decidir, integrante de la Campaña. “Símbolo y contraseña para mostrar de qué lado de la historia queremos estar”, como dice la periodista Mariana Carbajal.
El movimiento de mujeres y diversidades sexuales -abanderadas en este nuevo núcleo que nos amalgamaban- aceleró la marcha porque no podíamos esperar sentadas a que el Estado hiciera algo por iniciativa propia.
Ese Estado era también responsable de la violencia.
Así, en el 2007 se hizo en el Congreso la Primera presentación del Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Dos años después (2009) se sancionó la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que creaba, entre otras cosas, la indispensable línea 144 y se presentó por segunda vez en el Congreso el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
El fallo FAL de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ocurrido en 2012 dejó asentados antecedentes claves en el camino hacia la legalización:
● determinó que cualquier aborto de un embarazo producto de una violación, sin importar la salud mental de la mujer, no es punible, tanto para la mujer como para la persona que cause la interrupción del embarazo,
● convocó a los poderes judiciales de todas las provincias a no judicializar los casos de aborto que el Código Penal de ese momento no prohibía y
● le encargó a los poderes ejecutivos nacionales y provinciales la implementación de protocolos hospitalarios para eliminar las barreras al acceso a los servicios médicos (que lamentablemente nunca pudo ser efectivizada al 100%).
Tras el fallo FAL, el único requisito pasó a ser una declaración jurada donde se dejara constancia del delito de violación sufrida por la persona que quisiera interrumpir el embarazo.
Esta decisión de la Corte Suprema fue determinante para que en 2015 el Ministerio de Salud de la Nación actualizara el Protocolo para la Atención Integral de las Personas con Derecho a la Interrupción Legal del Embarazo (Protocolo ILE).
En 2018, y después de que la Campaña presentara cuatro (¡!) proyectos de ley para despenalizar y legalizar el aborto (en 2007, 2010, 2012, 2014) se presenta un quinto documento que llega por primera vez a discutirse en ambas Cámaras.
Cientos de personas idóneas se acercaron para argumentar a favor de la legalización del aborto en interesantes, largas y acaloradas sesiones parlamentarias.
“Es un momento histórico no solo porque estamos debatiendo la despenalización y la legalización del aborto, sino porque al hacerlo también estamos desmontando prejuicios, visibilizando pluralismos e interrumpiendo silencios. Estamos decidiendo si queremos acompañar un proceso de democratización y desmontaje de matrices patriarcales que viene impulsando el movimiento feminista y de mujeres desde hace décadas. En síntesis, estamos discutiendo cómo ser una sociedad más libre, más justa y más igualitaria”, dijo uno de los oradores, Juan Marco Vaggione, docente de la Universidad de Córdoba e investigador del Conicet.
Estamos decidiendo si queremos acompañar un proceso de democratización y desmontaje de matrices patriarcales que viene impulsando el movimiento feminista y de mujeres desde hace décadas.”
Juan Marco Vaggione, docente de la Universidad de Córdoba e investigador del Conicet
Como Vaggione, muchos hombres participaron de los debates con argumentos a favor y en contra. Por esos mismos días, Abel Albino (pediatra militante del Opus Dei que llegó a decir que el «preservativo no sirve para nada” porque el virus del VIH es capaz de atravesar la porcelana) dijo «Me dan ganas de llorar. Soy un hombre de 71 años y tengo que venir a una Cámara de senadores de la Nación a pedir que no maten a los niños”.
Durante este primer debate en el Congreso del Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el Senado dijo “NO AL ABORTO” pero el debate sirvió para instalar el tema en el centro de la escena política y del debate social.
El aborto seguía siendo tabú pero la puerta del clóset se abrió y ya no se cerró más.
En el año 2020 la sociedad entera participó en las calles del segundo debate en el Congreso del Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Del 2018 en adelante, en las calles, aulas, bondis, subtes, mochilas, al cuello, atado en el brazo o en nuestras cabezas, el pañuelo verde se instaló con más fuerza. Los registros desde lo alto con drones y lentes de fotoperiodistas abonaron a una nueva idea: la marea verde era imparable.
Distintas generaciones, un mismo color y una misma lucha: las históricas militantes de la Campaña- Nina Brugo, Martha Rosenberg, Dora Barrancos, Nelly Minyersky- y las jóvenes ponían el cuerpo en las calles.
Al igual que en 2018, un sinfín de oradores expusieron argumentos a favor y en contra de la ley y finalmente, el 11 de diciembre por la mañana, Diputados dio media sanción al proyecto con 131 votos positivos contra 117 negativos.
Mónica Macha, diputada de Unión por la Patria y presidenta de la Comisión de Género y Diversidad de Diputados, expresó en ese momento:
“La Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito es una red y una organización que no solo habilitó mucho el debate sino que también nos enseñó a nosotras a construir desde la transversalidad. Ese conocimiento práctico nos lo han transmitido desde el día en que empezamos a trabajar en 2018 con la presentación del proyecto, cuando ellas deciden que tenga la firma de cuatro diputadas, una por bloque. Éramos muchos grupos desarticulados que veníamos militando este tema y hubo un momento en el que nos pudimos articular, eso es la explosión y la visibilidad de cuántas personas y organizaciones veníamos trabajando para lograr esta visibilidad y poder dar la discusión en el Parlamento”.
La Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito es una red y una organización que no solo habilitó mucho el debate sino que también nos enseñó a nosotras a construir desde la transversalidad.”
Mónica Macha, diputada de Unión por la Patria
Myriam Bregman, por entonces legisladora porteña por el FITU que había participado activamente del primer debate en 2018 reflexionó desde Plaza Congreso, en la vigilia previa a la sanción de la ley reflexionó:
«Son muchos años de una lucha que iniciaron otras mujeres, que nosotras continuamos y que hoy las pibas tomaron la posta y llenan esta plaza. Es fundamental estar en la calle para garantizar que el proyecto se vote, porque nunca nos regalaron nada y muchos sectores se organizan contra nuestros derechos. Son años luchando contra la represión, que significa que haya mujeres presas por abortar; años luchando contra esa tutela que el Estado nos da a las mujeres y deciden otros sobre nuestro cuerpo. No queremos que nunca más obliguen a niñas a ser madres. Hoy tiene que ser un día histórico, tiene que ser la culminación de esta pelea y tiene que ser ley».
Es fundamental estar en la calle para garantizar que el proyecto se vote, porque nunca nos regalaron nada y muchos sectores se organizan contra nuestros derechos.”
Myriam Bregman, por entonces legisladora porteña por el FITU
Finalmente, el 30 de diciembre a las 4 de la madrugada, el Senado dio el paso histórico y aprobó la ley de IVE por 38 votos en favor frente a 29 votos que se opusieron, 1 abstención y 4 ausentes.
“Resulta aprobado”, dijo entre aplausos la presidenta del cuerpo, Cristina Fernández de Kirchner.
Para la mendocina Anabel Fernández Sagasti ese día fue bisagra para el país: “Mañana la sociedad no va a ser la misma, el Estado no va a ser el mismo porque ya no nos va a empujar más a la clandestinidad y además habremos conquistado el poder de decidir».
“La criminalización no es un problema igual para todas las mujeres… La diferencia está entre las que pueden y las que no pueden pagar un aborto seguro y en ese camino arriesgan su vida. Por eso el aborto legal es justicia social”, expresó el entonces flamante Ministro de Salud de la cartera nacional Ginés González García, quien días antes había dicho que quería “alejar a la gente vulnerable del dolor y de la muerte, de la aguja, de las perchas, de los tallos de perejil”.
La diferencia está entre las que pueden y las que no pueden pagar un aborto seguro y en ese camino arriesgan su vida. Por eso el aborto legal es justicia social.”
Dr. Ginés González García, Ministro de Salud en ese momento
«Esta ley resalta la necesidad de reforzar la Educación Sexual Integral y los servicios de Salud Sexual y Reproductiva para evitar los embarazos no intencionales», dijo Mabel Bianco, titular de FEIM (Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer) e histórica referenta por la legalización.
“Es una maravillosa sensación de tarea cumplida, de energía constructiva, de potencia de grupo y digo esto último porque esto fue una construcción colectiva. Las mujeres accedimos a la ciudadanía. Hasta esa madrugada no podíamos disponer de algo tan primario y que, en definitiva, es nuestra única posesión real, como nuestro cuerpo. El ejercicio democrático es lo que se juega en una sociedad que se denomina a sí misma laica”, remarcó Liliana Hendel, Secretaria de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza e integrante de la Campaña desde sus inicios.
Es una maravillosa sensación de tarea cumplida, de energía constructiva, de potencia de grupo y digo esto último porque esto fue una construcción colectiva.”
Liliana Hendel, Secretaria de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza
Afuera del Congreso y en las plazas de todo el país la votación se vivió como una final de fútbol. El resultado final fue recibido con humo verde de las bengalas, lágrimas y abrazos transpirados y como se podía, en ese diciembre de pandemia y barbijos.
El aborto se convertía en ley.
Un nuevo derecho de las mujeres y personas gestantes.
Una vieja deuda de la salud pública.
Una ley que promueve la salud, la educación y el acceso a derechos.
Una ley que repara y que nos recuerda que luchar siempre sirve.
A esta ley hoy en riesgo la conquistamos colectivamente.
En su cuarto aniversario lo celebramos y estamos listas para defenderla.
Foto de Portada: Internet