
Por Dra. Noor Jiménez Abraham*
En vísperas de una nueva efeméride por el “Día de los Enamorados” que, si bien importada y con fines que responden al mercado, ya forma parte del calendario en Argentina, surge la inquietud por las consecuencias emocionales, más allá del aspecto de las ventas. Vale entonces la pregunta sobre qué se impulsa a festejar.
No sería tema de este análisis si la fecha solo se relacionara con la necesidad de empresas, grandes y pequeñas, de agregar un día a sus fines comerciales, en donde se incremente la participación social con regalos, salidas y otras experiencias ligadas al disfrute o el agasajo. En la sociedad de consumo, más canales de venta resultan manifestaciones que adquieren crecimiento geométrico.
El tema es si la presión social permite el libre albedrío, es decir, que quien lo desee tome esas propuestas y que, si no se está de acuerdo o se presenta cierta incomodidad, se las ignore sin que ello dañe la autoestima o el bienestar interno.
¿Qué transmiten los mensajes al referirse a estas fechas? ¿Existe un sentido de exclusión si no se reciben regalos o tan siquiera saludos? Si bien existirá quien conteste que no le interesan ni influyen en su vida, resulta relevante la respuesta surgida de personas que sentían cierto malestar frente al ya famoso Día de San Valentín.
Así es que se gestó la contrapuesta del 13 de febrero, día previo al de los enamorados, en el que festejan las personas solteras, y en cuya categoría se incluyen las divorciadas, separadas, viudas y otras clasificaciones no contempladas por el amor romántico.
Estos son tiempos en que se cuestionan las construcciones sociales que han conducido a una normatividad en el desarrollo de mujeres y de diversidades sexo-genéricas. El tema de la idealización de las relaciones amorosas es aún un ítem pendiente que aparece asociado a otras exigencias, como lo son la heteronormatividad y la belleza hegemónica.
Te aviso, te anuncio que hoy renuncio
Con palabras de advertencia decía la cantante colombiana Shakira en uno de sus fragmentos musicales cómo se desprendería de los “negocios sucios” de su, por entonces, reciente expareja. ¿Por qué causa tanto enojo que una mujer reaccione cuando siente que no se respetaron las consignas en una relación?
Todo puede ser viable en un vínculo entre personas adultas bajo el paradigma del consentimiento. Es decir, de acuerdo, sin forzar y tras no dañar a nadie.
Porque también llegó el momento de deconstruir la idea de que el enojo en las mujeres no sea permitido, y que cuando, de todos modos, se lo exprese, ella sea considerada en forma de subestimación, como la despechada o la quejona. En ese preciso momento en que las miradas se vuelven, no a quienes rompieron los pactos, sino hacia las traicionadas.
El mensaje por siglos fue el de llorar a solas y sufrir mucho. Proporcionalmente al grado de pasión, interés o involucramiento. Así fue la enseñanza para las niñas, que se ha repetido en cuentos, canciones y relatos familiares. Si las peleaban, las espiaban, las controlaban, era señal de un gran amor. Aunque no siempre fueran felices y comieran perdices.
Esa abnegación ha conducido al alejamiento de soluciones más liberadoras y pragmáticas, como facturar, por ejemplo, tal como lo lanzó recientemente Shakira tras descubrir el engaño en su última relación.
La película “Simplemente No te Quiere”, que en el 2009 dirigió Ken Kwapis, resume algunas de estas ideas y concluye en que solo pasando la página se puede avanzar y dejar atrás el lamento y la tristeza. Así, sin más vueltas ni explicaciones forzadas.
Las respuestas
El adiós a los príncipes azules y a los novelones en los que la protagonista era tan buena que soportaba el mayor de los dramas, despide con orgullo a los mandatos, por la edad, la heterosexualidad, los cuerpos hegemónicos, la obligatoriedad de cumplir con las etapas pautadas.
Ya no sería necesario sufrir a puertas cerradas, no hay vergüenzas que ocultar por desengaños. Dejar atrás el dicho popular de esperar que alguien o algo nos conteste en forma mágica sobre si el amor es mucho, poquito o nada. ¿El sentimiento sirve, alcanza, da felicidad?, para adelante. ¿No satisface?, a cambiar el rumbo.
El duelo de lo que no fue, o que sirvió mientras duró, o que quizás no debió de haber sido, terminará sanando. Es momento de acomodar las riendas y sacarse la soga del amor romántico, y romantizado, del cuello y de las pretensiones culturales.
Disfrutar, del 14, el 13, ninguna de esas fechas, o ambas, solo por deseo, y más allá de fines comerciales o presiones culturales. Porque, de uno u otro lado, es necesario consensuar que, la libertad, también en lo referido a las relaciones amorosas, nunca más será negociada.
* Dra. Noor Jiménez Abraham, Directora de Políticas de Actualización de Conocimientos de la Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza. Es Dra. en Ciencias de la Comunicación Social, Especialista en Políticas Públicas y Justicia de Género, realizadora de trabajos de género en el exterior (Francia, USA, Palestina, Holanda e Irlanda).