domingo, noviembre 24, 2024
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La Kuka: la travesti colectivera que unió los tacos altos a la pasión por manejar

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“La Kuka” trabajó 25 años arriba del colectivo. 

A los 13 años ya era una trava hecha y derecha que recolectó de la basura sus primeros zapatos taco alto y los conservó como joyas. No abandonó los vestidos ni aún en la última Dictadura cuando ser “travesti” era una excusa para que termines en la cárcel. 

En el año 2006, tras la renovación del INADI, un comentario de Néstor Kirchner sobre los derechos de las travestis le dio fuerza para ir vestida por primera vez como lo sentía a su trabajo.

Actualmente está jubilada y nada la detiene: trabaja como choferesa en micros de larga distancia, como piloto de helicópteros, anda en bicicleta por todo el oeste y cuida a su nieto. 

Pasó la mayor parte de su vida en Laferrere y actualmente vive en Morón.

Amó profundamente a su esposa con quien se casó y tuvo dos hijos de corazón (como dice).

Cuando caminas por las calles de La Matanza con ella, la saludan todos los colectiveros.

Por su estilo parece salida de una película de Almodóvar.

Esta es la historia de “Kuka”, una travesti que por momentos se nombra en femenino y por momentos en masculino. Se declara amante de los tacos altos pero se siente profundamente salvaje. 

Que la disfruten.

Pensé que ibas a venir manejando…

A mí me gusta que me vean. Soy orgullosa y fanfarrona, tengo más de 20 pares de zapatos de todos los colores. En el auto no te lucís.

Este año se cumplieron 8 años del fallecimiento de Lohana Berkins. Ella siempre contaba que la identidad travesti trans se conforma entre los 6 y 13 años. ¿A qué edad nació Kuka?

Yo nací siendo Kuka. Pero ya a los 6 años necesitaba expresarlo. Un día volvía del trabajo con mi mamá, era un día de lluvia. Cuando llegamos a casa me pidió que me sacara la ropa para ponerme ropa seca y como también tenía que sacarme el calzado aproveché para ponerme unos zapatos taco alto que tenía mi mamá para trabajar. A ella no le gustaban pero en su trabajo se los regalaban para que vaya producida. Yo me desvivía por todo lo que traía. Entonces empecé a usar los zapatos y la ropa de mi mamá, era como un juego para mi familia y al principio no me dijeron nada.

¿Cómo aprendiste a manejar?

Surgió como una obligación. Cuando cumplí 12 años mi papá, que era obrero de la carne, me cumplió el sueño de mi vida y me compró la bicicleta de carrera que yo tanto quería, con la que actualmente sigo yendo a Luján. Trabajaba en la carnicería con él pero cuando hacía las cosas mal me retaba y me pegaba, entonces para huir de esa violencia me iba desde Laferrere a Luján todo el día con la bicicleta. Dos cubiertas por mes me compraba porque la usaba muchísimo. Mi pasión por la bici era total. 

Un día mi papá se compró la camioneta para trabajar y me obligó a aprender a usarla, yo no quería aprender pero como era el único varón entre mis hermanas era el que tenía que cumplir ese rol. Como mi papá sabía que a mí no me gustaba hacerlo, me sacaba una de las ruedas de la bicicleta para que no la usara y me la devolvía el fin de semana. 

Después, a los 14 años, manejé un camión de remolque con un amigo. Me iba hasta Chile a buscar autos y volvía. Ahí ya me empezó a gustar el manejo, me sentía libre. Trabajé 25 años al frente del colectivo y ahora me jubilé hace un año. 

Kuka travesti colectivera jubilada
Foto Internet

¿Y con los pasajeros? ¿Cómo fue la relación? 

Tuve un vínculo excelente. Muchos compañeros me felicitaron por el coraje que tuve. Al principio solamente tuve un problema con tres pasajeros, uno empezó a insultarme y a decirme que había que ser bien macho para ser colectivero. Puse el freno de mano y fui a buscar al que me insultó, lo saqué por la fuerza y le dije que no voy a permitir que me menosprecien. Fue la única vez, nunca más.

¿Por qué elegiste “La Kuka”?

En los colectivos se estilaba ponerle apodo a los nuevos. Cuando yo entré en la línea 216 me apodaron “kukaracha de jardín” porque era el único negro del grupo. En el trabajo era en el único lugar que me vestía de varón. 

En el verano salía en los carnavales con las plumas grandes como las que usaba Moria, a mí me decían Katia por Katia Iaros, una vedette. Mientras estaba bailando en la comparsa “Los Reyes de La Matanza” veo que en el público había un chofer compañero mío de la empresa, su esposa estaba sacando fotos. Él no me reconoció en ese momento pero cuando revelaron las fotos ya se había dado cuenta que era yo. Llevó la foto a la empresa en tamaño gigantografía en donde había como 40 choferes y ahí estaba yo toda emplumada, con peluca, los zapatos dorados y altos. Desde ahí me dijeron “La Kuka” y a mí me gustó porque es neutral.

Llevó la foto a la empresa en tamaño gigantografía en donde había como 40 choferes y ahí estaba yo toda emplumada, con peluca, los zapatos dorados y altos. Desde ahí me dijeron “La Kuka” y a mí me gustó porque es neutral”.

“La Kuka”, travesti, colectivera jubilada

¿Cómo fue manejar el colectivo? ¿Cuál fue el vínculo con tus compañeros?

Me costó aprender a manejar el colectivo, pero me gustó mucho. El vínculo con mis compañeros fue excelente pero con la empresa no, primero por trava y segundo por comunista. Yo siempre defendí los derechos de mis compañeros y los míos. 

¿Cuándo fue el día que empezaste a ir vestida como la verdadera “Kuka”?

Si bien desde los 13 años ya me vestía como mujer para andar por la vida, en el colectivo era el único lugar donde no podía. Fue en el año 2006, cuando trabajaba ya en otra empresa de colectivos, que fui vestida por primera vez de mujer al trabajo. Yo escuché que el Presidente Dr. Néstor Kirchner promocionaba la renovación del INADI y dijo que si una travesti quería ir a trabajar vestida de mujer nadie le podía decir nada. Entonces fui vestida así. Me amenazaron con cortarme el vínculo laboral pero yo me quejé con el INADI y les mandaron una advertencia. La empresa me pidió que “por lo menos” no vaya con los tacos porque se me podían trabar con el freno y yo le dije: acá el único trava soy yo y la ley me autoriza a vestirme así como quiero, mis conocimientos no cambian por vestirme de esta manera. Siguen intactos.

Me amenazaron con cortarme el vínculo laboral pero yo me quejé con el INADI y les mandaron una advertencia.”

“La Kuka”, travesti, colectivera jubilada

¿Qué reflexión te gustaría sumar?

A las lesbianas, a los mariquitas, a las travas que hagan siempre lo que las haga felices. Porque la sociedad se tiene que acostumbrar a nosotros. Si llegan a discriminar a alguno en la calle, voy a salir a defenderlos porque son parte de mi comunidad. Mi salvaje y justiciero interno nunca los dejará solos. Porque es importante siempre estar acompañados. 

El Estado presente a través de políticas públicas con perspectiva de género transforman la vida de las personas. Porque como dijeran Lohana Berkins y Diana Sacayán: al calabozo y al closet las travestis no vuelven nunca más.


Foto de Portada: SMPDGYD de La Matanza

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