martes, diciembre 3, 2024
martes, diciembre 3, 2024

La crueldad existe, el síndrome, no

.

Compartimos una nota de la Secretaria Liliana Hendel publicada en Diario Perfil*.

El síndrome no existe, la crueldad contra las infancias sí. Hemos pasado demasiado tiempo discutiendo si el Síndrome de Alienación Parental es una categoría diagnóstica o el invento sinsentido de un pedófilo que buscó justificar sus propias acciones.

Lo que, en cambio, hemos discutido poco son las consecuencias de que la policía se lleve a los niños/as “para salvarlos” de la presunta manipulación materna, que estas criaturas -por mandato judicial- dejen su centro de vida, dejen de ver a su familia materna, a sus hermanos/as biológicos o no y a todo aquello que fue su vida cotidiana hasta la irrupción policial y la interferencia judicial incluidos sus objetos y sus mascotas.

Sin entender muy bien de qué se la acusa, pasa de estar con quien declara protegerlo a estar con quien es denunciado, porque ya sabemos nada mejor para un niño manipulado por su madre que estar con su padre, aunque lo viole.

Hemos discutido poco acerca de la terapia de la amenaza y la persecución a profesionales que trabajan con la firme convicción de que las infancias no pueden inventar escenas de violación sexual y que hay que creerles y defenderlos de quienes pretenden negar y perpetuar el daño.

Así lo dice la Convención de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

Escuchamos hasta el hartazgo que las mujeres, desde Eva y Adán, somos responsables de los males del mundo por lo que, para mucha gente debe ser verosímil ese concepto acerca de la “implantación de memorias” tan compatible con los estereotipos patriarcales, pero tan insostenible para quienes estudian seriamente la construcción de las subjetividades.

Es pertinente una aclaración para quienes han leído acerca del Síndrome de Alienación Parental o su nueva nominación la Coordinación de Parentalidad, pero desconocen el tema.

La idea que sostiene esta teoría dice que, insistiendo, con maligna intencionalidad, sobre la permeable memoria de una criatura lograremos que esté convencido y así lo exprese, de que efectivamente papá le pegó o papá lo violó o papá es malo… aunque nada de eso sea cierto. Y pobre papá será acusado injustamente.

Uno de los dos mientes. El padre alega inocencia, el hijo/a denuncia violencia. ¿Quién podrá defenderse mejor? ¿A quién deberemos salvar frente a la duda?

¿Será la cabeza de alguien menor de edad, parecida a un jarrón vacío, donde alguien con total alevosía va acumulando ideas malignas contra el ser más amado sin que quien lo porta se dé cuenta de la maniobra?
Perdón por la metáfora poco elegante, es tan poco sutil como suponer que alguien puede repetir, sin producir síntomas, que ese ser a quien ama y que lo ama es un monstruo.

Múltiples estudios acuerdan con que en la infancia la mentira y la verdad, la fantasía y la realidad, tienen límites imprecisos, pero es imposible que puedan sostener como verdadera una escena genital o de extrema violencia física contra sí mismo o contra sus seres cercanos y amados sin contradicciones y sin sintomatología, siempre llamativa. No la ve quien decide no verla.

Los dibujos y los ataques de pánico no fingen. Las pesadillas, la enuresis, la encopresis, las marcas en el cuerpo no mienten.

Que el niño no quiera ver a su papa es automáticamente asociado, por el sistema de justicia, a una mamá despechada que “le llena la cabeza” en su contra, argumento previsible en una sociedad patriarcal e hipócrita, en un mundo donde el delito de violencia sexual contra las infancias es el más impune, la violencia machista mata a una mujer por día y la deuda más frecuente y más naturalizada es la deuda alimentaria.

Son síntomas de daño por procesos imposibles de elaborar en soledad pero que un/a profesional con adecuada formación puede leer e interpretar. Y seguramente reparar. Reparar el daño, no el vínculo. Lo aclaro porque parece obvio, pero no lo es para los defensores y operadores de la Coordinación de Parentalidad, no somos jarrones vacíos ni siquiera en la infancia.

Es absurdo seguir escuchando que la familia disfuncional produce una serie infinita y arbitraria de cuadros patológicos. Tal vez sea necesario primero redefinir qué es una familia, porque se sigue insistiendo en que mamá y papá es lo mejor para un desarrollo “sano” sin evaluar rasgos, daños, y sobre todo riesgos. Y esa insistencia familiarista y biológica es una invención de la cultura que jamás existió como el paraíso del amor y la seguridad que nos cuentan. Ese lugar de aparente resguardo es, sin dudas, el espacio de mayor riesgo y exposición para mujeres, disidencias e infancias.

El síndrome no existe, pero sí existen profesionales que en su nombre cometen atrocidades. No hay interferencia parental, hay interferencia judicial en un ámbito de dolor y ruptura, de desengaño y desconfianza. De miedo que nunca es zonzo porque avisa cuando el alerta funciona. El duelo por el amor que no fue y la familia que no es, empeora y se perpetúa cuando los tribunales intervienen en nombre de la salvaguarda de una criatura a la que no escuchan porque, sostienen, sin explicitarlo, que no van a escuchar a alguien que como está “alienado” mentirá.

Me interesa señalar la diferencia entre influir y manipular, el eco que producen estas palabras no es el mismo y el efecto diferencial es intencional. ¿Las madres y padres y adultos referentes influimos? ¡Por supuesto que sí!

Este es un tema que recién comienza a estar en la agenda pública pero que está hace años en los Tribunales de Familia.

He sido testigo presencial de la sentencia de un Tribunal que sobreseyó a un acusado de violar a uno de sus tres hijos. Se trata del más chico de los hijos del Dr. (médico), que tiene el esfínter anal roto, con cicatrices que denotan penetración reiterada en el tiempo con objeto duro. El nene señala, desde el primer día en el que, por fin pudo ponerle palabras a lo que le pasaba, que el responsable del daño es su papá.

Hay pericias privadas coincidentes con las pericias oficiales. Abuso sexual reiterado, incesto. El tribunal sostuvo que esas cicatrices son la consecuencia del estreñimiento crónico sin presentar ningún certificado que valide este diagnóstico y sin que exista constancia de ninguna consulta médica que atestigüe esta sintomatología.

Lo dicho, el síndrome igual que el proceso de Kafka es un invento que habilita acciones crueles contra aquellos que dice querer salvar de algo tan incomprobable como la “alienación”, pero cuyo objetivo final se parece mucho a aquel que sostuvieron durante la Inquisición, aunque para eso “deba matarte”.

Disciplinar a quien por fin rompe el silencio agobiante de siglos y se anima a denunciar. Atacar a las mujeres madres separándolas de sus hijos por tiempo indeterminado. Desconocer lo que las infancias relatan porque hay presunción de inocencia para el denunciado, pero jamás hay presunción de credibilidad para quienes se animan a contar y piden ayuda.

Taller Madres Protectoras Encuentro Plurinacional en San Juan, 2024
Taller Madres Protectoras, 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries, San Juan, 2024 – Foto Facebook Madres Protectoras San Juan

En el Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, realizado en Jujuy en octubre 2024, 200 mujeres de todo el país trabajaron en el taller Madres Protectoras.


* La nota fue publicada el 7/11/2024 en Diario Perfil, Buenos Aires.
Foto de Portada: Primera Asamblea de Mujeres de Madres Protectoras, en el 35° Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en San Luis en noviembre de 2022. Foto Gentileza Beve Luque @kumbianotdead

spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

Novedades

spot_imgspot_img

Te puede interesar

Ni Una Menos: la agenda feminista de la Secretaría

Hace siete años, mujeres, disidencias sexuales y algunos varones...

“Las Muchachas”: un documental sobre las mujeres y la gran gesta peronista

“Las muchachas peronistas todas unidas triunfaremos y por Evita...

Segunda Edición del Torneo de Hockey por la Igualdad

En La Matanza habitamos las calles y las canchas...