Por Irupé Zapata y Luz Ailín Báez
“Quiero cambiar este mundo injusto. Dentro de muchos años me gustaría ser recordada con una sonrisa y con ese grito que significa todo lo que siento dentro mío: ¡Venceremos!” (Norita Cortiñas)
Es difícil despedir a las personas que queremos.
Poner palabras, expresarlas en tiempo pasado.
Allí donde había una injusticia, Nora Morales de Cortiñas, o Norita, siempre estaba.
Miles de postales vienen a la mente:
Norita en las primeras marchas contra los travesticidios,
Norita jugando a la pelota,
Norita sonriendo desde un escenario, subida a la ola verde por el aborto legal, seguro y gratuito,
Norita llegando en moto “a lugares”: al Congreso, a Tribunales para pedir por pibes víctimas de represión policial,
Norita caminando en las rondas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
En lo colectivo su alma se reconfortaba, en el gentío se movía como pez en el agua.
Su pequeña figura, sin embargo, era fácilmente reconocible: un pañuelo blanco rodeando su cabeza y otro verde rodeando su puño en alto, una foto de su hijo Gustavo Cortiñas, desaparecido en el ´77, colgando en su pecho y una sonrisa que inspiraba esperanza.
Norita era (¡es!) energizante: aparecía y la alegría nos invadía porque al fin y al cabo también luchó por la alegría. Nos dejó físicamente el 30 de mayo de 2024 pero su legado de amor y coherencia, en estos tiempos en que resuenan fuerte el negacionismo y los discursos de odio, está más vivo que nunca.
De madre a Madre de la Plaza
Nació el 22 de marzo de 1930, fue una incansable defensora y militante de derechos humanos, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo y posteriormente de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora.
En 1952 nació su primer hijo, Gustavo, y luego en 1955 el segundo, Marcelo. Hasta 1977 su vida era la de una ama de casa de la época. La desaparición de Gustavo la empujó con una fuerza arrolladora a dejar su vida doméstica y empezar a buscarlo.
En el libro “Norita. Madre de todas las batallas” cuenta:
“Cuando se llevaron a Gustavo mi vida cambió completamente. Salí a la calle a buscarlo y empecé un camino de aprendizaje, de descubrimientos. El encuentro con otras madres, la lucha colectiva, ese círculo de amor por nuestros hijos e hijas, fue lo que me dio la fuerza para salir adelante. En ese caminar fui asumiendo las banderas de mi hijo y entendiendo que si él peleaba contra todas las injusticias yo también debía hacerlo”.
En la búsqueda de Gustavo se reencontró con la lucha que era lo más cercano a él que tenía y en cada paso que daba se formaba y estudiaba, tal es así que se recibió de psicóloga social y fue titular de la cátedra de Poder Económico y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Norita feminista
Cuando se llevaron a Gustavo, salió a la calle y empezó a encontrarse con otras mujeres.
“Yo no era feminista, yo me crié en un hogar patriarcal, cinco hijas mujeres, mi mamá era muy calladita, sumisa, y la voz de él era la principal. Me casé muy joven y me había hecho la idea de que tenía deberes”, contó una vez en una entrevista.
Ella le había “huido” siempre al feminismo. Hasta que finalmente asistió como Madre de Plaza de Mayo, junto a otras madres, a los primeros Encuentros Nacionales de Mujeres.
“Ahí me di cuenta de que tenía derechos como mujer y que quería defenderlos. Empecé a tomar conciencia, a tener amigas feministas muy centradas, muy inteligentes. Después de muchos años, me di cuenta de que las Madres éramos un grupo feminista. Un grupo de mujeres enfrentando la dictadura cívico-militar-eclesiástica, a una iglesia cómplice y partícipe del terrorismo de Estado”, concluyó.
La resistencia como legado
Una multitud ha acudido a despedirla en Mansión Seré – Ex Centro clandestino de detención y actual Sitio de Memoria ubicado en Morón, gran Buenos Aires.
En la entrada hay niñes corriendo, adolescentes, adultes mayores, Madres de la Plaza, militantes sociales y familiares de personas víctimas de violencia estatal.
Nos encontramos, nos abrazamos, lloramos y también nos miramos con complicidad porque sabemos que quien lucha con otras jamás muere.
A Norita la recordaremos como un punto de encuentro de muchas historias
Ella es nuestra “madre de todas las luchas”.
Su partida nos deja un sabor amargo, se fue sin poder encontrar a su hijo Gustavo, al que buscó toda su vida. Se fue preocupada por el contexto actual, de retroceso en materia de derechos humanos conquistados.
La despedimos y honramos su memoria, con palabras y también llevando su legado de resistencia sin dejar de buscar a quienes aun nos faltan.
Son 30.000
¡Venceremos!
Foto de Portada: Internet