El domingo 30 de abril se cumplen 46 años de la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo. Será el primer aniversario sin la querida Hebe de Bonafini. Esta ausencia nos lleva a pensar: tras tanta andanza y lucha de las “madres del amor”. ¿Cómo cuidamos hoy a las que quedan? ¿Cómo las acompañamos y cómo continuamos su legado de lucha por los derechos humanos?
“Cansancio no siento. ¿Sabés qué es lo que pasa? Que con todo lo que tengo en los huesos hay veces que no puedo. Pero las ganas no se me quitan de ir. Porque a mí me parece que en la Plaza, entre medio de toda la juventud está mi hijo. Y están todos, los 30.000 desaparecidos. Y no quisiera que jamás tenga que sufrir un padre o una madre lo que nosotros hemos sufrido”. Quien habla es Azucena Díaz, Madre de Plaza de Mayo, tucumana de nacimiento, en el documental “Todos son mis hijos”, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Azucena, Dora y Manuel
Hoy Azucena sigue marchando. Dora Taján, su hija, la acompaña siempre y nos cuenta: “Vivíamos en una localidad a 30 kilómetros de la ciudad de Tucumán, en el Ingenio La Florida. Mi hermano se llama Manuel Asencio Taján y trabajaba en el sindicato del Ingenio azucarero Concepción”.
El mismo día del Golpe, el 24 de marzo de 1976, Manuel fue secuestrado. Azucena recorrió cuarteles, comisarías y otros lugares en Tucumán, sin encontrar respuesta. “Así fue como nos vinimos a vivir en Buenos Aires, a Gregorio de Laferrere, La Matanza, en 1980. Yo tenía 18 años”, relata Dora.
Anteriormente habían venido a Buenos Aires “a la Plaza”. Azucena ya sabía de la lucha de las Madres, así que fue a buscarlas. Desde ese día, empezaron a marchar, madre e hija, todos los jueves.
“Mi mamá es un ejemplo de lucha y fortaleza y las Madres nos enseñaron el camino, nos dejaron un legado que tenemos que continuar por la memoria, verdad y la justicia”, reflexiona Dora.
Mi mamá es un ejemplo de lucha y fortaleza y las Madres nos enseñaron el camino, nos dejaron un legado que tenemos que continuar por la memoria, verdad y la justicia”.
Dora Taján, hija de Azucena Díaz
Madres de La Matanza
Según el registro de H.I.J.O.S Matanza, Azucena Díaz es la única Madre de Plaza de Mayo de La Matanza que sigue.
“Comenzaron a marchar el 30 de abril del ’77 y no pararon de luchar, de enfrentar la dictadura y todo lo que vino después. Marcaron una línea en derechos humanos reconocida en el mundo entero. Han sido ejemplo para madres de otros países en guerra y para madres de otros países de Latinoamérica, donde se formaron grupos. Han visibilizado en todo Europa y Latinoamérica lo que pasó aquí. Fueron y son un faro muy importante. Por eso nuestro corazón siempre va a estar junto a las Madres y Abuelas”, expresa Lili Galeano, referente de H.I.J.O.S Matanza. Por el aniversario, esta organización realizará una radio abierta y un mural el sábado 29 de abril a partir de las 10 am en la Plaza del Periodista (Zapiola y Perú), en San Justo.
Leonor Torancio, Carmen Ledesma, Felisa Sotelo, Nélida Fiordeliza, Virginia González, Beatriz Aicardi, Vilma Sesarego, Celia Rodríguez, Beba De Cozzi, “Mary” Ponce, Angélica García, Elsa Fernández, Aurora Crocco, Sergia Paolini, fueron otras Madres de Plaza de Mayo que vivieron en La Matanza y marcharon hasta el día en que no marcharon más.
Cuidar a quienes nos cuidan
Escuchar cada historia de nuestras Madres puede llevar a la (lógica) percepción de estar frente a verdaderas heroínas, buscadoras de justicia y verdad.
“A veces también poner a alguien en ese lugar puede ser malo porque no dejan de ser personas de carne y hueso que sufren el paso del tiempo, que tienen otro tipo de necesidades más allá de la compañía en las fechas históricas”, reflexiona Ana Sofía Soberón, integrante de la Red voluntaria de Acompañamiento a Madres de Plaza de Mayo, creada por el Centro de Estudios Legales y Sociales.
Esta red que busca el acompañamiento de las madres en un plano más íntimo y cotidiano, “un sostén diario”, se conformó en junio de 2015, siendo María Adela Antokoletz y Hector Leboso las primeras personas voluntarias en iniciar dicha labor por iniciativa y sensibilidad propia.
“Pensamos que el aporte nuestro a las Madres podía ser desde una perspectiva no necesariamente terapéutica o clínica (que se supone que debería cubrirse desde el Estado) sino del acompañamiento social, del fortalecimiento y construcción de lazos con Madres que más allá de actos y homenajes, también tienen días comunes y pueden sentirse solas. Esto es voluntario: gente que tenga ganas de brindarle un par de horas en la semana a poder tener contacto con una madre para tomar unos mates, salir a tomar un café, ir al cine, leer un libro de manera conjunta, discutir de política o lo que sea que tengan ganas”, detalla Soberón acerca de la propuesta que actualmente cuenta con 8 mujeres como voluntarias.
Pensamos que el aporte nuestro a las Madres podía ser desde una perspectiva no necesariamente terapéutica o clínica (que se supone que debería cubrirse desde el Estado) sino del acompañamiento social, del fortalecimiento y construcción de lazos”.
Ana Sofía Soberón, integrante de la Red voluntaria de Acompañamiento a Madres de Plaza de Mayo
En definitiva, se trata de “aquellas pequeñas cosas”, que tan bellamente nos canta Serrat. El acompañamiento cotidiano, el sostén familiar y el sostén militante. El sostén de una sociedad.
Pequeños aportes en retribución a la lucha que vienen sosteniendo estas Madres que nos enseñan, desde hace 46 años, la mágica hazaña de avanzar por Memoria, Verdad y Justicia, caminando en círculos que se expanden sin límites previsibles.
Por las y los 30 mil.
¡Presentes!
Foto de Portada: Azucena Díaz. Foto captura de pantalla del documental “Todos son mis hijos”