Las unen historias de luchas para romper con lo establecido para las mujeres y disidencias sexuales por el sistema patriarcal.
Salieron a la esfera pública, pelearon por la igualdad de oportunidades en la educación, en el trabajo, en la política. Transitaron las calles en marchas, debatieron en asambleas, abrieron caminos.
Fueron protagonistas de cambios sociales y hoy, en su vejez, lo siguen siendo. Con más años y las mismas ganas, con experiencia y el mismo deseo de vivir libres de estereotipos. Saben que juntas generan la fuerza necesaria para correr los límites y transformar realidades. Saben que son una marea imparable, la marea plateada, y que hoy es el tiempo de “La Revolución de las Viejas”.
Convocadas por Gabriela Cerruti*, cuando en 2020 publicó un video en la red social Instagram en el que reflexionaba sobre su propia vejez e invitaba a pensar sobre esta etapa del ciclo de vida, viejas de todo el país se sintieron interpeladas y empezaron a juntarse.
En La Matanza también.
Así dieron vida a un movimiento con identidad propia. Se definen como “las hijas de los pañuelos blancos y las madres de las hijas de los pañuelos verdes”. Y son tan potentes como las unas y las otras.
Conversatorio
El grupo matancero de “La Revolución de las Viejas” participó del ciclo de conversaciones “La Agenda de los Feminismos” que organiza nuestra Secretaría*. Y propusieron un título con una fuerza arrolladora: “¿Por qué llamarnos viejas es un acto revolucionario?”
Desde hace décadas se vive un fenómeno demográfico: el envejecimiento de la sociedad. Cada vez más personas pasan los 60 años y, a la vez, las nuevas generaciones de viejas, viejos, viejes, están derrumbando los modelos obsoletos por otras vejeces, diversas, heterogéneas, con múltiples desafíos, es cierto, y también con más potencialidades.
Any Benítez*, integrante del movimiento, señala que “pretenden que (por ser viejas) nos quedemos en casa, tengamos que decir adónde vamos, qué hacemos, a qué hora volvemos, cómo nos tenemos que vestir”, señala estos entre otros tantos ejemplos de edadismo*.
“Queremos que se nos visibilice porque parece que las viejas ‘ya no servimos’ y, sin embargo, podemos hacer muchas cosas porque tenemos deseos y energías”, afirma, y enumera: “podemos estudiar, practicar deportes, viajar, votar, disfrutar de amistades y hacer las cosas que se nos ocurran”. Como por ejemplo, juntarse para hacer una revolución.
Queremos que se nos visibilice porque parece que las viejas ‘ya no servimos’ y, sin embargo, podemos hacer muchas cosas porque tenemos deseos y energías”.
Any Benítez, integrante de la Revolución de las Viejas La Matanza
Por su parte, Alejandra Lume*, también integrante del potente y numeroso grupo matancero, responde que llamarse viejas “es un posicionamiento político” ante tanta discriminación y prejuicios que aún siguen circulando. Tras tomar la interpelación que hizo Gabriela Cerruti en su video, se sumaron a “cambiar el paradigma de la vejez, a dar vueltas las cosas”.
“No está escrito, no sabemos bien cómo va a ser, pero sabemos que queremos que sea diferente a como es ahora”, concluye.
No está escrito, no sabemos bien cómo va a ser, pero sabemos que queremos que sea diferente a como es ahora”.
Alejandra Lume, integrante de la Revolución de las Viejas La Matanza
Invitamos a ver la charla completa “¿Por qué llamarnos viejas es un acto revolucionario?” en nuestro canal de YouTube.
* La Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza está liderada por Liliana Hendel.
* Any Benítez y Alejandra Lume son integrantes de La Revolución de las Viejas de La Matanza.
* Edadismo refiere a los estereotipos, prejuicios y discriminación por razones de edad.
Foto de Portada: Lara Catalogni