Los nombres de las protagonistas de la
situación son ficticios para proteger
sus identidades.
Camila tiene 6 años y alzó la voz en la escuela para contarle a una maestra y luego al equipo de profesionales del colegio que su mamá, Laura, sufría y callaba, pero ella lo sabía.
Su relato fue tan contundente que logró una rápida reacción del cuerpo docente quien articuló con la Línea de Asesoramiento 0800-999-7272 (PARÁ)* de nuestra Secretaría.
Desde ese momento, todo sucedió muy rápido: nuestros equipos técnicos confirmaron el riesgo para la niña y su madre, intervino la Justicia y la Policía, y en pocas horas ambas fueron alojadas en el Centro de Atención a las Mujeres (CAM) “Irma Velázquez”. Sanas y salvas, fuera de peligro. Lejos del violento.
Allí comenzaron a revelar la historia completa, porque la mujer pudo relatar que sufría violencia y fue alejada de su familia. Con engaños, amenazas y violencia extrema transcurrieron seis largos años.
Felipa, abuela de Camila y madre de Laura, es la otra protagonista. Desde la “desaparición” de Laura atravesó en soledad esos años de angustia y desesperación y jamás dejó de buscarla.
Aquella primera denuncia por averiguación de paradero en 2017 sería apenas el inicio de un tortuoso calvario por juzgados, fiscalías, medios de comunicación y cualquier espacio que le brindara la esperanza de ayudarla en su búsqueda.
Un día, Felipa recibió un mensaje en su cuenta de la red social Facebook, enviado por la directora de la escuela de Camila. “Fue una sorpresa tremenda, algo que no puedo explicar. De pronto, después de tantos años de silencio, me llega ese mensaje de una escuela, donde me contaban de mi hija y de mi nieta. No lo podía creer. Siempre las busqué con la certeza de que estaban vivas”.
De pronto, después de tantos años de silencio, me llega ese mensaje de una escuela, donde me contaban de mi hija y de mi nieta. No lo podía creer. Siempre las busqué con la certeza de que estaban vivas.”
Felipa, mamá de Laura y abuela de Camila
Felipa recuerda: “Años buscando pistas, señales, siguiendo puntas. Mi hija no tenía mi número de teléfono pero logró recordar mi perfil en Facebook. Ahí me contaron que estaban en el refugio, así que hablé con la directora del CAM, la Dra. Marcela Cipollino. En cuestión de horas estaba viajando al lugar y sucedió lo que tanto soñé: ¡reencontrarme con mi hija y conocer a mi nieta!”
“Las abracé tanto, lloramos mucho, nos reímos. Parecía una película. Estoy tan agradecida con las personas que escucharon a la nena, que no miraron para otro lado. ¡No sé cuántas veces soñé con encontrarlas, ahora se hizo realidad y esto supera todo!”, cuenta una emoción que transforma todo a su alrededor.
El equipo del CAM “Irma Velázquez” recibió primero a Laura y a Camila. Luego, en medio de cuidados y atención, continuaron el puente hacia Felipa.
Al respecto, la Dra. Cipollino relata: “Fue un verdadero trabajo en red. La escuela escuchó y activó, las compañeras de la Línea 0800 fueron crucial para generar la mejor estrategia de abordaje y por supuesto la Policía y el Juzgado también tuvieron un rol muy importante. Una vez que madre e hija estuvieron a salvo, avanzamos con el esperado reencuentro con Felipa. Tenemos una profunda alegría por ellas y orgullo por el trabajo realizado”.
Fue un verdadero trabajo en red. La escuela escuchó y activó, las compañeras de la Línea 0800 fueron crucial para generar la mejor estrategia de abordaje y por supuesto la Policía y el Juzgado también tuvieron un rol muy importante.”
Dra. Marcela Cipollino, directora del CAM “Irma Velázquez”
La valentía de la pequeña comenzó a derribar el muro de silencio y miedo. “Conocer a mi nieta, saber que fue ella la que habló en la escuela, es algo estremecedor -señala Felipa-. Desde que estaba en la panza, este hombre violento la arrancó de toda su familia. Sabemos que también era víctima de violencia junto a su mamá. Son muy valientes, dos heroínas. Querían salir de ese círculo espantoso y lo hicieron”.
La abuela también destaca el trabajo colectivo. “Lo importante es que fueron escuchadas, la escuela pidió ayuda y la Secretaría las protegió y logró que salgan de ese infierno. Miraba todos los días la foto de mi hija y le decía ‘nos veremos otra vez’. Se terminó, ahora estamos juntas nuevamente, y es para siempre”, dijo Felipa.
Miraba todos los días la foto de mi hija y le decía ‘nos veremos otra vez’. Se terminó, ahora estamos juntas nuevamente, y es para siempre.”
Felipa, mamá de Laura y abuela de Camila
Fueron seis años de una pesadilla que parecía infinita. Seis años de búsqueda, manteniendo vivo el sueño de encontrarse nuevamente. Un reencuentro que pudo hacerse realidad gracias a la escucha atenta y a la articulación entre organismos que solo es posible cuando hay un Estado presente que atiende que lo personal es político y actúa en consecuencia.
Cada historia de dolor es personal e individual, sin embargo, la salida de las violencias es colectiva. Y esta historia lo demuestra una vez más.
Matanza avanza sin machismos.
NOTA: Los nombres de las protagonistas de la situación son ficticios para proteger sus identidades. La mujer y su hija residían con el violento en una localidad de La Matanza. Tras la salida del CAM, siguen recibiendo acompañamiento y seguimiento permanente de la Secretaría.
* La línea 0800-999-7272 (PARÁ) es exclusiva para el Municipio, funciona las 24 horas los siete días de la semana, inclusive días feriados, y es atendida por un equipo de operadoras capacitadas en perspectiva de género y con experiencia en el territorio.
Foto de Portada: SMPDGYD de La Matanza