sábado, abril 19, 2025
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Construimos presente

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Con la velocidad con que un niño pasa de la risa al llanto se termina enero, con la velocidad, pero sin la inocencia. Vivimos en estado de vértigo no apto para seres humanos. El sistema dominante intenta que olvidemos que todo tiene un ciclo, un proceso, un tiempo. Desde el mínimo gesto del que no somos concientes, como respirar, hasta otros grandes procesos visibles como cultivar, parir, estudiar, construir vínculos, enamorarse y también desenamorarse.

El tiempo tiene mala prensa y seguramente quienes reivindicamos su valor somos mirados como una antigüedad olvidada en la casa de la abuela.

Las feministas tenemos algunas misiones que pueden parecer casi absurdas como hacer visible lo invisible. Concretar esa misión no será magia, será militancia y trabajo perseverante.

Aunque la TV esté en aparente retirada empujada por los WhatsApp y los TIKTOK, mirar lo que pasa en los canales de televisión es un termómetro que muestra qué temas se nos imponen, nos importen o no.

El horror del crimen de Fernando Báez Sosa ocupa casi por unanimidad (el casi alcanza para entender que siempre hay otras opciones) radios y canales. Las imágenes de las patadas asesinas se ven tantas veces que al final no nos asustan, ni nos angustian. Logran su objetivo, anestesian.

El abanico de profesionales opinando tienden a insistir en asociar el pedido de perpetua con justicia.

Sin embargo, podemos abrazar a Graciela y Silvino, los padres de Fernando y pensar en la sociedad que queremos cambiar para que los NUNCA MÁS que nos decimos sean más que deseos.

No hablamos en la tele acerca de cómo se construye un varón. ¿Con qué ideas? Qué mandatos, qué permisos y qué privilegios… qué se espera de un varón, macho, cómo la sociedad patriarcal espera que sea… para quiénes “sensible” será sinónimo de “debilidad”.

Es nuestra responsabilidad decirlo, en casa, en la escuela, en el barrio, en la cancha. El Patriarcado Mata. Esa masculinidad muestra, de un modo obsceno, su trama íntima.

Desde que asumimos como Secretaría nos planteamos darle valor al tiempo (ese del que hablaba en el inicio) y observar para cambiar aquello que aún no es tan visible. Lo estructural, el fantasma, la fraternidad homicida que, como en la fábula del escorpión, mata a quien lo salva y paga el precio con su propia muerte. Desarmar esa estructura milenaria, qué duda cabe, es un proceso que lleva mucho tiempo y desánimos en el camino. Sabemos hacia dónde queremos ir.

Aunque no podemos aún, evitar el asesinato, ya es imposible maquillar ese machismo para que parezca una “natural” pelea entre varones. Algo cambiamos en los sentidos comunes. Mientras los medios muestran hasta el agobio las consecuencias de esa paliza homicida la única pregunta que se escucha es si les cabe o no perpetua y si serán los 8 acusados sentenciados con la misma pena. Pero… ¿son esas las preguntas que importan?

¿Tenían o no intención de matar? ¿Derechos y justicia es lo mismo? ¿El sistema judicial corrupto que no protege a mujeres e infancias es el sistema del que esperamos respuesta? ¿Qué será de esa familia después del veredicto? ¿Y de los jóvenes asesinos… qué será? Mientras esperamos sentencia, otros casos suceden en otros lugares. Se parecen en la furia del ataque. A veces las imágenes se convierten en tutoriales que enseñan cómo debe ser un grupo de amigos machos. La trama íntima del patriarcado. Nada, nadie les advierte que arruinarán su joven vida incluso si algún juez/a los absolviera, con argumentos que inclinarán la balanza para uno u otro lado de acuerdo a sus interpretaciones arbitrarias de la ley.

Muchos varones contra uno. O contra una. No son manada.

Avanzar mirando lo que no se ve. Hacer visible lo invisible. Cambiar las estructuras y abrazar a quienes son víctimas de esa construcción, reconociendo (les) en primer lugar que son víctimas, que nada hicieron para que les pase lo que les pasa.

Cuando decimos que “Matanza avanza sin machismos” elegimos mucho más que una frase que huele a promesas.

Nos hacemos preguntas y juntas buscamos encontrar las respuestas.

Elegimos un futuro posible y trabajamos…

Para que sea presente.


Foto de Portada: Graciela y Silvino, los padres de Fernando Báez Sosa. Foto Gentileza José Scalzo

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