El celular, ese dispositivo que se ha convertido en una prolongación biológica de nuestros cuerpos, me informa que hay una “capacidad casi llena” y que debo con urgencia o bien vaciarla o bien comprar más… capacidad. El mundo que fabrica dispositivos, entre tantas otras cosas, apunta a que todo puede ser comprado si tenés con qué, incluso tu mayor capacidad. En el universo del capitalismo versión siglo XXI el individualismo, la meritocracia, la falsa eficiencia y la velocidad (hay que correr, aunque nadie sabe ya muy bien hacia donde), en ese mundo, decía, encontré un beneficio secundario: para vaciar había que revisar, mirar y recién entonces, descartar.
En eso estoy desde hace días y lo que parecía una tarea molesta, cuyo objetivo era no gastar más dinero, se convirtió en un viaje intenso, de a ratos impredecible, que me encontró siempre con la lágrima fácil y el corazón en la mano.
Eran solo fotos, miles de imágenes propias y ajenas que atraviesan el puro presente en el que nos obligan a vivir, para abrir, como una encantadora Alicia en el País de las Maravillas, las ventanas de pasados recientes que me aconsejan: no dejes que te obliguen a olvidar.
Los primeros zoom, los barbijos y un organigrama de lo que imaginaba sería el armado de la Secretaría. Personas que pasaron dejando una estela amorosa y otras que debieron ser expulsadas para evitar que rompan lo que intentábamos instalar. Todas están en las imágenes…
Cuatro años se dice rápido, pero les aseguro que me está llevando horas mirar, recordar, reír y agradecer mientras decido no descartar. Quiero guardar para mí, para Uds. y para quienes, alguna vez, nos continúen en la gestión.
No era desierto el terreno al que llegamos, pero tampoco era un valle fértil. Las personas, las escenas y sus escenarios giran en el dispositivo, pero se detienen en los archivos de cada episodio. Y vuelvo a dar las gracias. Cada idea que se convirtió en programa, cada encuentro cada alianza. Decido olvidar las postergaciones forzadas por las circunstancias, pero ellas se resisten a ser olvidadas.
Tenemos motivos de sobra para que las preocupaciones nos habiten, incertidumbres que van desde las cuentas de la luz o de alquileres impagables hasta el miedo a quedarnos sin trabajo y sin ingresos aumentando la zozobra de un futuro que parece no admitir planificaciones de largo plazo, todo parece una red cerrada y asfixiante que impide el paso de la luz. Eso quieren, eso buscan quienes desde el gobierno nacional intentan desaparecernos o, por lo menos, debilitarnos y separarnos.
Pero están las imágenes del pasado y los abrazos del presente.
La vida no es una línea recta ni las subjetividades responden al imperio de la voluntad. Las crisis, los dolores, las traiciones y los amores son el condimento inevitable de eso que llamamos “la vida”.
Y elegimos el vaso, ¿cómo está de lleno? ¿Qué miramos y, sobre todo, cómo miramos?
El movimiento de las fotos en mi celu agita mi memoria mezclando deseos y temores, alianzas y un posicionamiento feminista que marca el camino que iniciamos institucionalmente hace exactamente cuatro años, con la decisión política del Intendente Fernando Espinoza y mi propia mochila repleta de ideales que pronto fueron ideas colectivas.
Es un camino sin retorno, aunque la coyuntura marque amenazantes detenciones de todos los proyectos. Es, sin retorno la implementación de las políticas públicas que efectivamente salvan vidas, protegen derechos, alimentan la capacidad de desear y disfrutar. La risa no se negocia, aunque hoy llegue con lágrimas porque la amenaza en campaña de destruir se cumple paso a paso, despidiendo personas, desfinanciando programas, cerrando organismos de derechos humanos y sobre todo de géneros.
La tarea que nos propusimos despliega su potencia en el 2020. Era “otro país” con un estado de derecho y un crecimiento institucional de las políticas de género.
Un mundo y un país que hoy intentan, las fuerzas que nos gobiernan, que no exista más, una sociedad que ve peligrar los más valiosos logros. Cuando asumimos, los sentidos comunes ya habían sido permeados por años de militancia, teníamos Ministerios que nos representaban y entonces las leyes avanzaron sumando nombres propios: Brisa, Micaela, Olimpia, nombres de los que las personas se apropiaron. Sobre todo, resuena Micaela… por tantos motivos, pero sobre todo porque ya era, gracias a los movimientos populares y a los feminismos todos, políticamente incorrecto naturalizar la crueldad de un feminicidio.
¿Habrá que empezar de cero, cuando la Provincia deje de ser la isla de la resistencia y el país se eleve sobre sus deudas y sus ruinas reivindicando la democracia de MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA? Cuando una sociedad retrocede, con un gobierno negacionista y antiderechos ¿todo se olvida?
Estas fotos responden que no, que cantamos con León Gieco que todo está grabado en la memoria, que todas aquellas personas que se sintieron alojadas y abrazadas por nosotras hoy son también eco de reconocimiento. También el enojo por lo que se pierde habla del valor de lo que supimos conseguir.
Somos más que el presente, pero también más que los cuatro años que cumplimos, somos el sueño que soñaron las ancestras y la esperanza de las nuevas generaciones.
Somos, sobre todo, la decisión de ser más que espectadoras, protagonistas laboriosas de cambios profundos que harán que por fin todo sea como lo soñamos.
Somos lo que nos prometimos ser cuando asumimos el 3 de agosto del 2020 porque estamos haciendo eso que vinimos a hacer.
Feliz cumpleaños equipa del amor, el sueño de todas es mucho más que el sueño de cada una.
Lo aprendimos juntas, no vamos a permitir que nos obliguen a olvidarlo.
Liliana
Foto de Portada: SMPDGYD de La Matanza