Por Jorgelina Bertoni*
La creciente práctica y masividad del deporte es un hecho innegable. El deporte es un derecho humano y un valioso instrumento no solo para desarrollar habilidades físicas y técnicas, sino también para contribuir al desarrollo y la formación humana integral. Por su potencialidad educativa y mediática, y por su capacidad para unir comunidades y culturas trascendiendo barreras sociales, ideológicas y geográficas, resulta un verdadero vehículo para el cambio social y para promover la igualdad de género.
Sin embargo, en este sentido, los datos indican que existen aún fuertes desigualdades en el acceso a la práctica deportiva, y en la representación de las mujeres en este ámbito en lo que refiere a entrenadoras, dirigentas, comunicadoras deportivas, árbitras, etc. Es que el deporte como fenómeno social no escapa a las dinámicas de desigualdad y las distintas formas de discriminación que, a nivel económico, social, cultural, jurídica, política y sexual, han afectado históricamente a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
La vinculación al deporte y a las actividades físicas han sido simbólicamente “deseable” para los varones. Desde sus orígenes el deporte fue uno de esos lugares “reservados al hombre”, ya que el ingreso de la mujer en ámbitos considerados públicos, como lo son también el mundo laboral, político y cultural, ha sido sensiblemente menor respecto de los hombres.
Lentamente las mujeres nos hemos ido incorporando a la esfera de lo público, transitando un camino lleno de dificultades y obstáculos para ocupar lugares fuera del ámbito doméstico, “fuera del hogar”, ese lugar que por construcción social ha sido entendido como el espacio “naturalmente a ocupar por las mujeres”.
Tanto en el deporte como en las actividades físicas es posible identificar la presencia de prácticas, mensajes e íconos, que, con formas sutiles hasta muy evidentes, reafirman la construcción social de la feminidad y la masculinidad. Para los varones entonces es esperable que sean competitivos y demuestren su virilidad, rudeza, fortaleza y agilidad en el mundo deportivo. Mientras que de las mujeres se espera que sean menos activas físicamente, más delicadas; de movimientos suaves y estéticos.
De esta forma, deportes como el fútbol, boxeo, rugby o lucha, por requerir fuerza y vigor, son entendidos como masculinos e incluso instrumentos para la construcción social de la fortaleza y virilidad exigida a los varones; y por supuesto son deportes socialmente considerados no apropiados para las mujeres. En el mismo sentido, la gimnasia, la danza y el patín artístico, entre otros, en los que intervienen movimientos armoniosos, delicados y estéticos, son entendidos como deportes femeninos.
Esos estereotipos de género acerca de las mujeres en el deporte aún siguen circulando con fuerza. Sin embargo, no son las únicas barreras que limitan la participación de las mujeres en este ámbito. La construcción social del cuerpo femenino con argumentos de cuño biologicista: ideas de un cuerpo débil, preparado para la maternidad y con menor capacidad física que los hombres también hoy siguen teniendo influencia. Asimismo, las tareas domésticas y las del cuidado donde la mayor carga de ellas recae sobre las mujeres resta tiempo y oportunidades para otras actividades, entre ellas practicar deporte.
Y no podemos dejar de señalar el rol que tienen los medios de comunicación, ya que el tratamiento que le dan al deporte contribuye a reforzar las ideas e imágenes estereotipadas y con ello las asimetrías de género en este ámbito. Siendo la cobertura de los deportes femeninos aún escasa y con narrativas sexistas sin perspectiva de género.
Debido a que los eventos deportivos pueden llegar a un gran número de personas, estos representan importantes escenarios para visibilizar, difundir, y para la movilización social. Siendo el deporte una plataforma de comunicación muy poderosa y de gran potencialidad educativa para favorecer los procesos necesarios hacia la igualdad.
En ese sentido, el reciente Campeonato Mundial de fútbol de Qatar dejó también algo más que el resultado histórico deportivo con la Selección Argentina como protagonista. En un país marcado por las restricciones y las discriminaciones hacia las mujeres, el certamen futbolístico marcó algunas huellas imborrables para nosotras, aún bajo el contexto referido.
En el tercer día del Mundial Qatar 2022, asistimos a un momento histórico en el mundo deportivo: el partido entre México y Polonia hizo historia con la designación para arbitrar el mismo de Stéphanie Frappart, quien se convirtió en la primera mujer en arbitrar un encuentro de la Copa del Mundo.
Además de eso, Frappart estuvo acompañada de dos mujeres más como sus asistentes: la brasileña Neuza Back y la mexicana Karen Díaz Medina, estableciendo otro hito, al ser la primera terna arbitral femenina en un certamen semejante. “Estoy muy feliz. No esperaba que me dieran la asignación, es un gran honor para mí y para las árbitras también. Espero que sirva de ejemplo para las árbitras, y para cualquier joven que aspire a serlo”, dijo la francesa al notificarse de la designación.
No solo representó una gran noticia para el mundo, por lo que significa para las mujeres en la lucha de seguir logrando espacios que históricamente nos fueron negados, sino por el marco y justamente en Qatar. Y también desde lo simbólico, por su impacto como mensaje, ya que fue todo un ícono ver a tres mujeres protagonizando el arbitraje de 22 futbolistas varones en un campo de juego mundialista con la visibilización masiva y global que implica. Una señal para nosotras de que hay avances aunque cuesten, para seguir el camino de cuidar lo logrado y profundizar los cambios necesarios en pos de la igualdad.
Bajo el mismo sentido, la participación de mujeres periodistas en Qatar resultó de gran importancia. En el caso de las argentinas, fueron varios los hechos significativos: Alina Moine, Lola del Carril, Ángela Lerena, Luciana Rubinska, Sofía Martínez, Laura Couto y Morena Beltrán representaron la mayor presencia femenina nacional en coberturas de este tipo.
Pero, además, se registraron otros hitos: Ángela Lerena y Lola del Carril, en un hecho histórico para la televisión argentina, se convirtieron en las primeras mujeres que relataron y comentaron la transmisión de un partido de un mundial de fútbol masculino. Fue en el partido entre los seleccionados de Suiza y de Camerún por la zona G de la primera ronda del certamen desde el Estadio Al Janoub y a través de la TV Pública.
En el plano radial, Natalia Maderna tuvo la oportunidad de relatar en Radio Nacional el partido de Polonia y Arabia Saudita, lo que le valió convertirse en la primera mujer en hacerse cargo de la conducción de un partido de fútbol mundialista en los 85 años de antigüedad de la emisora pública. La avanzada no tuvo solo colores celeste y blanco, ya que Uruguay también envió 4 periodistas mujeres, cifra nunca antes representada y países como España, por ejemplo, también han mostrado una importante presencia femenina en su cobertura periodística del Mundial.
Estos hitos no deben quedar como el recuerdo de un gran logro en el marco de un evento de semejante envergadura, sino que representan otro importante paso en las conquistas de las mujeres en el deporte.
En cuanto a esta disputa de las mujeres en el deporte, diría que desde el Encuentro de Mujeres de Mar del Plata en 2015 y la irrupción del movimiento “Ni Una Menos”, se dio el marco sociohistórico donde el deporte logró sumarse con fuerza a los demás debates de la agenda de las mujeres, y se integró más visiblemente a las luchas históricas de las mujeres. Hoy el deporte forma parte de la gran agenda del feminismo en la Argentina y cada vez con mayor presencia. En ese sentido es importante, cuidar lo conseguido, seguir disputando sentidos para dar respuestas a las desigualdades y continuar repensando al deporte desde una perspectiva de género y de derecho.
Sin dudas el deporte por su capacidad educativa es una herramienta poderosa para avanzar hacia la igualdad y para generar otras narrativas de los cuerpos de las mujeres, esta vez, en versiones fuertes y con autonomía. Despatriarcalizando los territorios corporales y los ámbitos de práctica deportiva.
“Muchachas” el deporte también es nuestro y en este mundial nos “volvimos a ilusionar”, y las mujeres festejamos y cantamos en las calles, relatamos y comentamos partidos y gritamos los goles como nunca, para decir con fuerza “en el deporte, sin nosotras nunca más”.
* Jorgelina Bertoni, ex Leona y Lic. en Sociología
La Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad junto a la Secretaría de Deportes y Recreación implementan políticas públicas bajo la bandera de todos los deportes para todas las personas, en todo el territorio de La Matanza.
En este marco se encuentra abierta la inscripción para ser parte del Seleccionado Municipal de La Matanza, que participará del Torneo Provincial de Fútbol Femenino “Copa Igualdad” que une la pasión del fútbol con el activismo feminista.
La “Copa Igualdad” es una iniciativa del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de PBA.
La inscripción si queres ser protagonista se realizará los miércoles y viernes de mayo a las 17.30 horas, en el Campo Municipal de Deportes L. N. Alem, ubicado en Eva Perón 600, Ramos Mejía. Deberán presentarse con el DNI en mano y es importante ser mayor de 16 años y residir en La Matanza.
Para recibir más información escribir a [email protected]
Matanza avanza sin machismos.
Foto de Portada: Gentileza Beve Luque