Entre agosto de 2020 y mayo de 2024, 166 madres nos acercaron consultas y 89 niñeces fueron restituidas a sus madres.
Detrás de cada una de estas historias hay una Secretaría trabajando de manera articulada.
Hablamos con integrantes de la Dirección de Acceso a Justicia y del área de Casos Críticos y Alto Riesgo para conocer cómo fue el reintegro del hijo de D. y cómo trabajan las compañeras que están detrás de cada historia.
El caso
“La situación que nos llegó el 22 de agosto del 2023 era por la restitución de un menor. En los expedientes había denuncias cruzadas: dos días después de que él le quitara a su hijo, ella había decidido hacer la denuncia. Cuando se acercó al Servicio Local, se enteró de que el progenitor de su hijo ya la había denunciado y que habían decidido otorgarle los cuidados del niño con la única prueba que había presentado -un video donde se la veía a D. bastante enojada (¡filmado en el momento en que le estaban sacando a su hijo!). D., por su parte, lo denunció por la violenta sustracción de su hijo de madrugada, con ayuda de su madre y hermana”, cuenta Marcela Borquez, psicóloga social y responsable del área de Casos Críticos y Alto Riesgo.
“El progenitor había lastimado a D. y cuando salió a la calle a buscar ayuda, el móvil policial que se cruzó no la ayudó, así que se tuvo que ir a la casa de su madre”, nos cuenta Florencia Rojas, abogada e integrante de la Dirección de Acceso a Justicia desde el inicio de la Secretaría en 2020.
El agresor
Lo primero que hizo ruido en el equipo de la Secretaría fueron las características del agresor: tenía acceso a armas de fuego, consumía sustancias ilegales, salía constantemente del país, declaraba un trabajo en una fábrica de ojotas pero vivía en un barrio privado y ostentaba una lujosa camioneta.
“Era un tipo pesado y le había sacado la madre a su hijo que aún estaba en período de lactancia. Ahí se encendieron todas las alarmas y enviamos consultas para todos lados. Cuando nos llega una situación vemos si hay denuncias penales, si hay algún expediente familiar, qué antecedentes hay y qué podemos considerar para pedir el reintegro. El mismo día que nos llegó el caso, pedimos el reintegro tanto en el Fuero penal como en el Fuero de familia”, detalla la abogada.
En una primera instancia, el Juzgado de Familia N° 1 había pedido una restitución voluntaria, en la que el progenitor puede negarse legalmente a devolver al niño.
“La Secretaría había acompañado a D. junto con la comisaria inspectora Mónica Borrazas -Coordinadora de las Comisarías de la Mujer y la Familia en ese entonces- y un móvil policial. Pero al llegar a la vivienda encontraron que él se subía a un auto y se iba”, agrega Borquez.
La escucha
Cuando un caso llega a la Secretaría se aborda de manera interdisciplinaria.
“Lo que hacemos siempre en primer lugar es escuchar a la mujer y, de acuerdo a la denuncia que tenemos, a lo que ella manifiesta, hacemos un informe de todo lo relevado”, nos explica Marcela Borquez.
Lo que hacemos siempre en primer lugar es escuchar a la mujer y, de acuerdo a la denuncia que tenemos, a lo que ella manifiesta, hacemos un informe de todo lo relevado.”
Marcela Borquez, responsable del área de Casos Críticos y Alto Riesgo
¿Cuál es la diferencia con la toma de denuncia en otro lugar?
“A veces la mujer va al juzgado y allí siente que está en una institución fría, está nerviosa y por ahí se olvida de muchas cosas que son importantes. Cuando nosotras la entrevistamos tratamos de ahondar en todo lo que nos parece pertinente: ¿Lo denunciaste? ¿Alguna vez te pegó? ¿Qué había pasado?”.
En ese sentido, las tres profesionales resaltan la importancia de denunciar las violencias previas, para generar un antecedente que es parte de lo que se conoce como ruta crítica.
El acompañamiento
En el caso de D., el área de Casos Críticos trabajó sobre dos ejes: con la Dirección de Acceso a Justicia para la presentación de informes para la causa y con acompañamiento psicoterapéutico para D. en el Centro Violeta Parra.
Desde el inicio, la Secretaría articuló además con la Defensoría Civil N° 2, que tomó el patrocinio de D. y empezó a representarla en el pedido de reintegro de su hijo.
En la Secretaría, la psicóloga de Casos Críticos junto a trabajadoras sociales empezaron a hacer un acompañamiento a D. mientras que en conjunto con Acceso a Justicia se redactaban y presentaban informes para aportar al pedido de restitución.
Gisela Toloza fue la trabajadora social que acompañó el último tramo. Hace memoria y nos cuenta:
“La primera vez que me encontré con D. fue para acompañarla al Juzgado de Familia N° 1 porque la habían citado para una entrevista con el equipo técnico, con la psicóloga y la psiquiatra. A partir de ahí, la acompañamos de manera presencial pero también con intercambios por celular, para que fuera a su espacio de terapia individual y para sostenerla en momentos como el cumpleaños del hijo cuando se quebró totalmente porque no podía verlo”, relata.
Los meses corrían y D. seguía sin poder siquiera hablar con él por teléfono y el progenitor la extorsionaba planteándole llegar a un acuerdo: si él tenía los cuidados, ella podría finalmente verlo.
Gisela nos cuenta que “D. no aguantaba más, por momentos pensaba que quizás era mejor dejar que lo tuviera él y conformarse con poder verlo”.
La “mala madre”
El caso de D. resonó en la Secretaría no tanto por la situación de violencia vicaria (violencia penosamente común que suelen ejercer los progenitores hacia las madres usando a sus hijes y que puede llegar incluso hasta el punto del asesinato de les mismes para hacerlas sufrir) sino por los 8 meses en que la justicia demoró en otorgar el reintegro compulsivo* del niño a su madre.
“Buscábamos por todos lados que el relato en los informes para la causa fuera completo porque sabíamos que eso lo hacía bien potente y no entendíamos por qué desde el Juzgado de Familia N° 1 no nos daban el reintegro compulsivo. Cada informe del área de Casos Críticos que nosotras presentábamos era más terrible que el anterior sobre las violencias que el progenitor había ejercido sobre D., la situación en la que le sacan al niño de madrugada, los golpes y cortes en la cara que tenía ella y violencias previas desde antes del embarazo inclusive”, detalla Rojas.
Hasta que se enteraron de que D. había comentado a las trabajadoras sociales del Juzgado que, antes de ir a una entrevista con ellas, había estado tomando una cerveza con una amiga.
“Ahí nos cayó la ficha: estábamos frente un progenitor violento con armas de fuego que la había violentado a ella, que salía del país, que tenía vínculos con el narcotráfico, que tenía consumo de sustancias y que estaba a cargo de un de un menor de dos años, pero a la que se la estaba poniendo en tela de juicio y a la que se le estaba cuestionando todo, era a ella. La estaban tratando de ‘mala madre’ porque se tomó una cerveza con una amiga», señaló.
El reintegro
El caso de D. pasó del Juzgado de Familia N° 1 (donde más tiempo estuvo la situación) al Juzgado de Familia N° 8.
El 26 de abril, D. se acercó, como tantas otras veces, a la Defensoría.
Tenían novedades: había salido la solicitud de reintegro de su hijo.
D. le avisó a Gisela a las 8.30 de la mañana, quien a su vez avisó a Marcela y a Florencia.
“Le dijimos que fuera en ese mismo momento para el Juzgado. Mientras Gisela la acompañaba para tranquilizarla, yo articulaba con la comisaria inspectora Flavia Ozuna -coordinadora zonal de Políticas de Género de La Matanza- para conseguir un móvil para el reintegro”, cuenta Borquez.
Alertado por la situación que en ese momento se tornaba desfavorable para él, el agresor le escribió a D. un mensaje en el preciso instante en que ella se encontraba en el Juzgado:
“Estaría bueno que hablemos, que arreglemos las cosas bien para que lo tengamos entre los dos”, arriesgó.
Un dato no menor es que recién con la orden de reintegro compulsivo se supo cuál era el domicilio real del agresor, que se había negado a registrar: durante los ocho meses supimos que vivía en un barrio privado de otro Distrito.
Por esa razón, el área de Casos Críticos hizo una articulación, a través de Flavia Ozuna, entre comisarías de las distintas jurisdicciones, logrando coordinar acciones para presentarse con la orden judicial y móviles policiales de ambos distritos para que el agresor no pudiera escapar nuevamente con el hijo.
Ese mismo día, D. y su hijo se reencontraron.
“El acompañamiento seguirá: ella cuenta con un botón antipánico y ya se están gestionando las medidas cautelares: un perímetro tanto para ella como para su hijo. Pero ella sigue con mucho miedo porque él es una persona con mucho poder y ella sigue viviendo donde siempre vivió ”, detalla Gisela.
Las palabras de D. sintetizan el trabajo hecho:
“Gisela siempre me contuvo y me dijo que no baje los brazos. Sé que atrás estaba cada una las personas de la Secretaría porque ella siempre me lo dijo. No tengo palabras para agradecer lo lindo que se siente volver a dormir con mi hijo, escucharlo decirme mamá. Yo sé que es reciente, aún no caigo pero a la vez estoy muy contenta. Sin ustedes no iba a llegar hasta acá. Estoy muy agradecida porque me creyeron. Espero que sigan ayudando a más chicas como yo”.
No tengo palabras para agradecer lo lindo que se siente volver a dormir con mi hijo, escucharlo decirme mamá.”
D., Madre Protectora
Para Yasmin Pereyra, Mariana Tavera, Gisela Toloza, Marcela Borquez cada una de las personas del equipo de Casos Críticos, la emoción va de la mano de la reivindicación de justicia.
Ese día los teléfonos de quienes integramos la Secretaría no dejaban de sonar con la buena noticia: el niño estaba ya con su mamá. La mamá podía volver a estar con su hijo.
La importancia de denunciar y el acompañamiento de las Madres Protectoras
Si vos o alguna conocida está pasando por una situación similar es importante denunciar siempre las violencias previas para que haya constancia en la Justicia y así poder continuar con el camino de la ruta crítica, para poder pedir medidas de protección, botones antipánico o bien avanzar con los procesos judiciales necesarios.
Para situaciones similares a la ocurrida con D., la Secretaría cuenta con la posibilidad realizar el patrocinio jurídico de Madres Protectoras, que consta de la representación de la madre durante la causa judicial. En el caso de D. no fue necesario dado que la Defensoría la representó.
Si te sentiste identificada con el relato, podés escribir a [email protected]
Un Estado presente y con políticas públicas con perspectiva de género, cambia vidas.
Matanza avanza sin machismos.
* Generalmente Acceso a Justicia pide medidas urgentes de protección y cautelares que son la más conocidas: la perimetral o la prohibición de acercamiento. El reintegro es otra medida. Puede ser voluntario o bien compulsivo, donde hay una obligatoriedad de devolver al niño.
Foto de Portada: Cristian Arrejin